Miguel de Porras: “La agricultura debe representar la vanguardia en la transformación hacia una producción más circular”
El director del Instituto de Investigación de Agricultura Ecológica de Europa afirma que hoy la reducción del impacto ambiental de la agricultura se imponen no más como una opción ‘ideológica’, sino como una necesidad económica. Y en esa línea, afirma, el incremento de la agricultura ecológica o la agroecología en Chile, debido a su capacidad productiva, puede representar una importante ventaja competitiva.
El español Miguel de Porras, director del Instituto de Investigación de Agricultura Ecológica de Europa (FiBL, en sus siglas en alemán), emplazado en Bruselas, es el encargado de coordinar a más de 300 investigadores de todo el continente y difundir información científica sobre este sistema de producción en auge. Y fue esto último lo que lo tuvo presente en el Encuentro de Economía Circular Chile-Europa realizado en diciembre pasado por la Fundación Empresarial Eurochile, con el objetivo de impulsar el desarrollo de esta tendencia en el país.
Hoy, dice, existe acuerdo entre la comunidad científica sobre la insostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios y en que la absoluta necesidad de su transformación es amplio, por no decir universal. Y esto incluye no solo las emisiones de carbono que registra su producción, sino aspectos como la pérdida de biodiversidad, la perdida de suelo fértil y la degradación de las fuentes de agua dulce, entre otros.
“Si consideramos todas las dimensiones del impacto ambiental que tienen nuestros sistemas agroalimentarios, la urgencia es extrema”, afirma De Porras. Pero en ello, agrega, “debemos considerar que la sostenibilidad no es solo un aspecto ambiental sino que también social y económico, y en este sentido atendemos también a mercados y precios cada vez más volátiles que erosionan la retribución de los agricultores a escala global y producen el vaciamiento y la perdida de estructuras sociales y culturales en numerosas zonas rurales de todo el mundo”.
Hoy se necesita una transformación, y cuánto más la aplacemos, mayores serán los costos de transacción para nuestros agricultores y nuestras sociedades en general. Esta transformación sin duda debe tener lugar en el sector de la agricultura, por su vínculo directo con los recursos naturales, por lo que “la agricultura debe representar la vanguardia en la transformación hacia modelos productivos más circulares”, plantea el experto español. “La circularidad y la reducción del impacto ambiental de la agricultura se imponen no más como una opción ‘ideológica’ sino como una necesidad económica. La agricultura esta llamada a desarrollar incentivos económicos efectivos y sostenibles para la transformación y la adopción de modelos más circulares y con un menor impacto ambiental”, afirma. Y en esto jugará un rol clave la agricultura ecológica.
¿En qué consiste una agricultura orgánica o ecológica?
Es aquella que respeta las normativas de producción ecológica. Se trata de normativas que regulan estrictamente el tipo de prácticas e insumos aceptados en sistemas productivos respetuosos con el medio ambiente. En Europa es el, aún vigente, reglamento 834/2007 y el futuro 848/2018 que definitivamente entrara en vigor en 2022. En Chile la norma que regula este tipo de producción es la Ley 20.086, que ha sido reconocida como equivalente a las normativas de la UE en el acuerdo de 2017, primer acuerdo de “nueva generación” para el comercio de productos ecológicos. Otra conocida normativa es la NOP desarrollada en EEUU. El cumplimento de estas normas es normalmente certificado por organismos de control externos que inspeccionan los estándares de producción en cada finca o establecimiento. Sin embargo, este complejo sistema de regulación y control existe gracias al visionario trabajo de los movimientos de agricultura ecológica, aglutinados en torno a IFOAM (Federación Internacional de Movimiento de Agricultura Ecológica). Estos movimientos acordaron los cuatro principios fundamentales de los movimientos de la agricultura ecológica: salud, ecología, equidad y precaución. La interacción entre movimientos y reglamentos es compleja, pero resulta clave conocer estas dos dimensiones de la definición de la agricultura ecológica, por decirlo así, una referente al “cuerpo” y otra referente al “alma” de este tipo de agricultura.
¿Cuál es el potencial que tiene para el sector la adopción de modelos circulares de producción?
Desde mi punto de vista, la pregunta no debería ser cual es el potencial de dicha transformación, sino, cual es el potencial del “business as usual” ¿Hasta dónde podemos llegar? En Europa la adopción de la economía circular es considerada una prioridad horizontal que concierne a todos los sectores productivos. El desarrollo de una economía menos dependiente de los insumos y materias primas de otros territorios, así como una economía que revalorice los residuos y desperdicios para re-integrarlos en el ciclo productivo, es una necesidad, no una opción. Aun así el potencial está muy lejos de alcanzar sus máximos, aun nos encontramos con escenarios absolutamente irracionales, tanto ecológica como económicamente. La economía circular es un concepto lo suficientemente amplio como para dar cabida a muchas practicas diferentes, unas más racionales, eficientes y efectivas que otras, pero, en general hacer nuestras economías más circulares presenta claras mejoras ambientales y económicas para aquellos que las implementan. En la agricultura, el cierre de los ciclos biofísicos, la protección y recuperación de suelos, la diversificación de las producciones, la valorización de los residuos, etc. son estrategias que no solo mejoran el impacto ambiental sino que también mejora la competitividad de nuestro sector agropecuario. No se trata de abandonar la agricultura a un estado de semi-subsistencia, sino de invertir donde las tecnologías y nuevos desarrollos puedan producir el cambio abandonando la mencionada lógica del “business as usual”.
¿Podría mencionar algunos casos de aplicación exitosa de este tipo de agricultura en Europa?
Sin duda existen numerosos ejemplos de economía circular en el sector agropecuario europeo, desde uso de residuos de la industria pesquera para la producción de bio fertilizantes ricos en fosforo; en este campo FiBL participa en el proyecto SEA2LAND que comenzara el año que viene explorando este tipo de innovaciones circulares. Otro ejemplo que me gustaría señalar es la lista europea de insumos para la agricultura ecológica. FiBL desarrolla esta lista desde 2017 construida sobre diferentes listas nacionales. Analizamos la composición de los insumos para garantizar a los agricultores su aceptación en agricultura ecológica. Actualmente esta lista que cubre los insumos comercializados en 6 países europeos (Suiza, Alemania, Austria, Holanda, Italia y Croacia) está registrando un verdadero boom. Actualmente tenemos registrados casi 7.800 productos diferentes provenientes de casi 850 empresas. Entre ellas dos chilenas. Aquí hablamos de otras tantas historias de éxito en insumos que implementan el reglamento ecológico y la lógica de la economía circular.
Respecto a modelos de economía circular ¿influye el tamaño de la producción agrícola? ¿Es más fácil aplicarla en pequeñas empresas?
No creo que el tamaño sea un requisito para la puesta en práctica de la economía circular. Existen todo tipo de posibilidades para el fomento de la circularidad de nuestros modelos productivos, desde estrategias de compostaje de residuos a nivel doméstico, hasta complejos procesos industriales para re-valorizar residuos en grandes plantas de procesado. La respuesta a esta pregunta depende del tipo de innovación o tecnología que estemos considerando, pero desde nuestra experiencia en Europa resulta claro que este tipo de innovaciones existen en todas las escalas.
¿Cómo impacta la implementación de estas medidas en el precio final del producto?
La mayoría de las innovaciones en economía circular en el sector de la agricultura producen dos tipos de impactos económicos directos: la reducción del coste de producción, o la creación de nuevos productos o nuevas fuentes de ingreso. Ambos impactos pueden provocar cambios en el precio final del producto, pero dependerá de la estructura del mercado y la situación competitiva del productor. Sin embargo, si procedemos a considerar la capacidad de añadir valor al producto por la reducción del impacto ambiental, los impactos pueden ser mucho mayores. Este es el caso de las diferentes estrategias de etiquetado sostenible, donde existen muchas experiencias diversas, pero donde sobresale la certificación ecológica como una de las más efectivas para añadir valor al producto reduciendo su impacto ambiental. El etiquetado ecológico tiene amplio reconocimiento por los consumidores, en Europa es una de las etiquetas más conocidas y cuya presencia es un claro atractivo. Implementar las lógicas de la economía circular en agricultura tiene su lógica económica, pero su combinación con sistemas de certificación ambiental, como el de la agricultura ecológica, abre paso a grandes impactos en el precio percibido.
¿Qué podemos hacer como consumidores para potenciar la implementación de una agricultura sustentable?
Sin duda la primera respuesta es tratar de consumir lo más local posible. No se trata de un ilusorio reclamo a comer tan solo algo que pueda producir en su finca, pero tratar de, en la medida de lo posible, reducir el número de kilómetros de la granja a la mesa es clave. En este sentido, en Chile, una potencia agrícola global, los consumidores chilenos deberían poner esfuerzos en comprar producción nacional. En esta misma línea los consumidores deberían tratar de informarse del origen de los alimentos y las condiciones en las que son producidos, tratando de premiar a las experiencias más sostenibles a nivel social y ambiental. Para llevar esto a la práctica hace falta buenas estrategias de etiquetados y comercialización. Otro aspecto importante es diversificar las dietas, cuanto más alimentos diferentes consumamos más incentivo habrá para diversificar las producciones. Se trata de un simple principio que también tiene efectos positivos en nuestra salud, Chile es un país que se caracteriza por su agricultura.
¿Qué potencial le ve al desarrollo del modelo circular?
La capacidad productiva de la agricultura chilena es asombrosa, con una gran diversidad climática y tipos diferentes de producción. El potencial de la economía circular en la agricultura es amplísimo, pudiendo representar el ahorro de millones en los costes de producción del país con una planificación eficiente del uso de los residuos. Pero, si la ambición ambiental no se detiene ahí, creo que habrá mucho más que ganar, el consumidor cada vez más está interesado en la sostenibilidad y se trata de un proceso que no tiene marcha atrás. Podemos verlo en las cifras de crecimiento del mercado ecológico que no para de crecer. El incremento de la agricultura ecológica o la agroecología en Chile, debido a su capacidad productiva, puede representar una importante ventaja competitiva. Pero esta transformación productiva no puede estar orientada a un modelo de exportación tradicional, no debe conformarse con eso, debe avanzar hacia el incremento del consumo local y el abastecimiento regional. De esta manera, desarrollando ambos polos de la cadena alimentaria, la agricultura Chilena podrá mantener su liderazgo y su resistencia a los cada vez mayores cambios y “shocks” de los mercados agrícolas.