El Covid-19 y las oportunidades para salir fortalecidos de la crisis
“En 27 años de existencia hemos promovido innumerables contactos de negocios entre empresas chilenas y europeas, y hemos facilitado tanto el acceso al saber hacer acumulado en ambos mundos. Hacia el futuro desarrollaremos nuestros mejores esfuerzos para poner toda esta experiencia, redes, contactos y acceso a programas locales y de la Unión Europea al servicio de la recuperación y el fortalecimiento de las empresas e instituciones chilenas y europeas”
Columna de opinión de José Aravena , Director Ejecutivo de la Fundación Eurochile.
Es evidente que en el mundo entero la salida de la crisis involucrará necesariamente importantes inversiones de recursos, tanto públicos como privados, y por tanto se torna muy relevante discutir entonces el tipo de inversiones que se debieran realizar para -efectivamente- transformar esta dolorosa crisis en un mal recuerdo, habiéndola convertido en una excelente oportunidad para promover políticas pensadas en fortalecer el tejido social y productivo del país.
En Europa y Estados Unidos ya ha comenzado esta interesante reflexión acerca de la manera en que los países debieran salir de la crisis generada por el Covid-19. Y una de las imágenes que se utilizan con más insistencia es que esta, así como el necesario y potente plan de reactivación que será necesario implementar para poner nuevamente en marcha a los países, es una oportunidad no solo para recuperar lo perdido en empleo, producto e ingresos, sino que es el momento preciso para pensar en planes que los hagan más fuertes, mas productivos y mejor preparados para los futuros shocks que inevitablemente se reproducirán.
Este debate no es sorprendente, es lo que ha ocurrido normalmente después de grandes cataclismo económicos o sociales. En Estados Unidos, la gran depresión de 1929 dio lugar al New Deal propuesto por el presidente Roosevelt, el que -con una mirada de mediano y largo plazo- incluía un potente capítulo económico, con medidas tan relevantes como lo fue el enorme programa de electrificación rural, que ayudó y ayuda hasta el día de hoy a mejorar sustancialmente la productividad de dicho país; y un capítulo social equivalente, el Works Progress Administration, que dio empleo y capacitó a millones de trabajadores desempleados.
Europa por su parte, devastada por la 2ª Guerra Mundial, emergió de la crisis con dos grandes construcciones: el Estado de Bienestar, que aseguró a sus ciudadanos una cobertura social impensada en la sociedad europea anterior a la guerra; y el mercado común del carbón y el acero, que evolucionó posteriormente en la Comunidad Europea hasta llegar a lo que hoy conocemos como Unión Europea. Seguramente ninguna de estas dos grandes iniciativas habría fructificado si no se hubiese producido la tragedia de la 2ª Guerra Mundial, que obligó a los países europeos involucrados a repensar el mundo en el que querían vivir y la manera en que querían reconstruir su destino.
Mirando a nuestro país, ¿Cuáles podrían ser esos grandes programas para Chile, hechos pensando en fortalecer en el mediano y largo plazo tanto el crecimiento como el bienestar de la población? Se nos ocurren al menos tres macro iniciativas.
La primera que viene naturalmente al espíritu es el fortalecimiento del sistema de salud, definiendo correctamente los roles entre el sector público y el sector privado, privilegiando el sistema público que es donde se atiende la gran mayoría de la población. Este sistema requiere integrar innovaciones, capacitación e inversiones que garanticen su robustez para enfrentar futuras crisis, que todo indica que se repetirán con cierta frecuencia en el futuro. Y junto con ello, asegurar respuestas adecuadas a la creciente demanda por mejor salud por parte de la población. Los aportes de la ciencia, la tecnología, los emprendedores, la industria y los trabajadores del sector deben ser potenciados por programas específicos de las distintas agencias públicas, los que deben ser dirigidos a allegar recursos e “inteligencia” para dar vida al mejor sistema de salud al que el país pueda aspirar.
En segundo lugar, en esta crisis también ha quedado muy clara la importancia de internet, la que ha permitido a una parte de las empresas y personas mantenerse operativos, accediendo remotamente a sus fuentes de trabajo, estudios, a la información e incluso a la entretención. Pero esta oportunidad no ha sido igual para todos. La fibra óptica que permite una mejor y más rápida transmisión de datos no está disponible para los sectores menos favorecidos de la población, ni para una franja significativa de pequeñas y microempresas.
Hoy cuando se habla extensamente de digitalización y de digitalizar a las pymes, para así enfrentar la “nueva normalidad” generada por la pandemia, es necesario que su carretera natural, que es la fibra óptica, se multiplique y fortalezca para que llegue con la velocidad adecuada y a precios accesible, o incluso gratuitamente, a todos los rincones del país. Pero solo la “carretera” no es suficiente. Se debe equipar a las pymes, juntas de vecinos, clubes deportivos, cooperativas y todo tipo de figuras asociativas, de los instrumentos básicos para desempeñarse en este mundo de la información y, sobre todo, se debe acompañar por la capacitación necesaria para que ellos puedan sacar provecho de los equipos, softwares y banda ancha a la que tengan acceso.
Una internet de alta velocidad, presente a lo largo y ancho del territorio, ayudará no solo al teletrabajo. Permitirá sobre todo a los emprendedores, pequeños empresarios y a la población en general asociarse para colaborar, capacitarse, aprender las bondades del intercambio digital, innovar, y generar nuevas soluciones para resolver urgentes problemas de todo tipo, sean estos de los sectores productivos o de la población en general.
En tercer lugar, se debe establecer un robusto programa de iniciativas para enfrentar y reducir significativamente la contaminación del aire presente en las principales ciudades del país. La actual crisis ha puesto en evidencia la peligrosa mezcla que resulta de un virus como el que actualmente ataca al mundo, con la polución existente en las ciudades. En el mundo científico se está acumulando evidencia que sostiene que las partículas contaminantes flotando en el aire pueden convertirse en peligrosos “vehículos de transporte del virus”. También se acumula evidencia respecto de que personas con afecciones respiratorias agudizadas por la polución tienen un peor pronóstico al enfrentar un contagio por COVID-19. Finalmente, la contaminación potencia otras enfermedades respiratorias que, sumadas a las propias del virus, llevan necesariamente al colapso de cualquier sistema de salud.
Luego, la preparación del país para luchar en el futuro contra cualquier otro virus del tipo del Covid-19 debe considerar la lucha frontal contra la contaminación del aire. Esta lucha tiene varios frentes, en todos los cuales el Estado tiene un rol importante que jugar. El acelerar la descarbonización de la matriz energética es un primer paso importante, el que debe ser acompañado por la electrificación del sistema de transporte, la conversión de la calefacción de los hogares hacia combustibles menos contaminantes, y la transformación de las industrias hacia sistemas de producción más eficientes en el uso de la energía y las materias primas.
En esta lucha contra la contaminación puede jugar un rol significativo la adopción por parte de empresas, ciudades, consumidores y otros actores relevantes, de un modelo de economía circular que permita un mejor uso de los recursos productivos, disminuyendo así los desperdicios y contribuyendo a una menor cantidad de emisiones.
En estas tres iniciativas la Fundación Empresarial Eurochile tiene un rol que jugar y un aporte que entregar. Las innovaciones en salud, la digitalización, la lucha contra la contaminación y el cambio climático, son áreas donde la cooperación con actores públicos y privados europeos ofrecen un futuro prometedor. La colaboración que se pudiera generar a partir de los programas de reactivación chilenos y aquellos impulsados por la Unión Europea, o algunos de sus estados miembros, podría ayudar a potenciar significativamente el despliegue en Chile de las tres iniciativas anteriormente propuestas.
Este espacio de cooperación Chileno-Europeo es el terreno en el que siempre se ha desenvuelto la Fundación Eurochile, y el que mejor conocemos. Así, en 27 años de existencia hemos promovido innumerables contactos de negocios entre empresas chilenas y europeas, y hemos facilitado tanto el acceso al “saber hacer” acumulado en ambos mundos como la transferencia de tecnología entre las partes. Hacia el futuro desarrollaremos nuestros mejores esfuerzos para poner toda esta experiencia, redes, contactos y acceso a programas locales y de la Unión Europea al servicio de la recuperación y el fortalecimiento de las empresas e instituciones chilenas y europeas. Así, estaremos aportando nuestro grano de arena para lograr que la superación de esta crisis no solo se traduzca en recuperar lo perdido, sino que transforme a Chile en un país más integrado, mas igualitario y con mejores servicios y calidad de vida para todos.