Participación de las Pymes en la transición a una Economía Circular
La Economía Circular (EC) está ganando adeptos a nivel mundial, dentro de todos los estamentos de la sociedad. A la fecha, la conversación ha convocado principalmente a organizaciones internacionales, gobiernos nacionales y grandes empresas, pero, de a poco, las Pymes están demostrando más interés y mayor entendimiento respecto de los beneficios que puede traer la EC para sus negocios: ahorros en costos de materiales, creación de una ventaja competitiva y apertura de caminos para nuevos mercados.
Por Linnet Solway, Directora Área Transferencia Tecnológica y Economía Circular de Eurochile.
En Chile, las Micro, Pequeña y Mediana Empresas (Pymes) representan más del 98% del tejido empresarial. Esta también es la realidad en Europa y en la mayoría de los países del mundo. Con esto, me parece razonable declarar que las Pymes conforman la columna vertebral de las economías locales, nacionales y global.
Por otra parte, la Economía Circular (EC) -este cambio de paradigma que significa repensar productos, procesos y modelos de negocios para eliminar el concepto de basura y mantener el valor de los materiales por el mayor tiempo posible- está ganando adeptos a nivel mundial, dentro de todos los estamentos de la sociedad. A la fecha, la conversación ha convocado principalmente a organizaciones internacionales, gobiernos nacionales y grandes empresas, pero, de a poco, las Pymes están demostrando más interés y mayor entendimiento respecto de los beneficios que puede traer la EC para sus negocios: ahorros en costos de materiales, creación de una ventaja competitiva y apertura de caminos para nuevos mercados.
Esta toma de conciencia está ocurriendo desde ya hace unos años en las Pymes europeas (según un estudio de Bassia y Dias (2019), el 73,2% de las Pymes encuestadas (de una muestra de 10.000 Pymes europeas) emprendieron o estaban en proceso de emprender al menos una actividad de EC en los últimos tres años), y cada vez más en las Pymes chilenas. Sin embargo, la implementación de estrategias avanzadas de EC dentro de las Pymes es lenta, principalmente por sus capacidades organizativas, tecnológicas y financieras más limitadas, el menor acceso al (pre)financiamiento para soluciones circulares (Rizos et al., 2016) y una deficiencia de capital humano calificado (Cantú Garza et al., 2021). En Chile, una encuesta a empresas (no limitada a Pymes) -en el marco de la construcción de la Hoja de Ruta de EC nacional- sobre las barreras para la implementación de la EC en el sector empresarial, evidencia que la mayor barrera identificada es una barrera cultural y, en segundo lugar, de mercado.
Para superar estas barreras, se están implementado una seria de medidas, acompañando o incluso adelantando cambios normativos. En la Unión Europea, junto con los instrumentos disponibles a través de los Programas Marco de Investigación e Innovación, el anterior Horizonte 2020 y actual Horizonte Europa, la Comisión Europea está desarrollando desde 2017 un programa intitulado “Impulsar la economía circular entre las Pymes en Europa” que busca promover y apoyar la adopción de la EC en las Pymes del bloque europeo. En Chile, la CORFO ha introducido una variedad de instrumentos con foco en EC permitiendo a las Pymes desarrollar y/o implementar nuevos o mejorados procesos, productos o servicios circulares. Eurochile también ha estado aportando, junto con socios europeos y chilenos, en el cierre de brechas de información, desarrollo de contactos y acceso a financiamiento para Pymes, a través de una variedad de iniciativas como conferencias, ruedas de negocios, apoyo en la postulación y ejecución de proyectos, y la creación de un Grupo de Trabajo de Economía Circular.
Sin embargo, falta, en mi opinión, un actor clave que puede impulsar esta transición de forma importante, actuando directamente sobre el mercado: me refiero a la gran empresa. Para realmente acelerar el proceso de adopción de la EC por parte de las Pymes, uno de los principales motores es la demanda por productos y servicios más circulares. Si bien nosotros, como ciudadanos, podemos influir en cierta medida sobre la oferta, las grandes empresas, al ubicarse en una posición de mandante en las cadenas de suministro y valor de cada industria, pueden impactar ecosistemas empresariales enteros.
Para aprovechar esta oportunidad, necesitamos que las grandes empresas tomen conciencia de ese papel impulsor que pueden jugar, que va más allá de la implementación de estrategias de EC en sus procesos internos. La transición a una EC debe realizarse de forma colaborativa e inclusiva, y para ello es crítico que los actores con la capacidad de orientar el mercado trabajen junto a su red de colaboradores y proveedores, para identificar las necesidades de todas las partes interesadas en esta transición y co-construir una estrategia común hacia la EC.
¿Qué pueden ofrecer las Pymes? Las que cuentan con una cultura medioambiental y de innovación, al tener mayor flexibilidad que las grandes empresas, pueden responder rápidamente al mercado para ofrecer nuevas soluciones, productos y servicios. En ese sentido, la EC ofrece un nuevo escenario donde las Pymes pioneras, que asumen un riesgo informado en cuanto a la adopción e implementación de estrategias de circularidad, tienen la oportunidad de ganar impulso y alcanzar liderazgo y ganancias en el mediano y largo plazo. En este proceso, tendrán que derrumbar una serie de obstáculos que a su vez permitirá abrir el camino para otras Pymes que quieran seguir sus pasos.
Finalmente, las Pymes no solo pueden beneficiarse al implementar EC dentro de sus operaciones y modelos de negocio, reduciendo sus costos al implementar procesos más eficientes, sino también tienen el potencial de participar, e incluso liderar, la transición a una EC a nivel local y nacional.
Solo queda preguntar ¿Qué falta para que las grandes empresas asuman ese liderazgo, y cómo las podemos ayudar en ese proceso?